Así se refirió Blake Lemoine, el ingeniero de Google, a LaMDA, el sistema de inteligencia artificial de Google. Se hizo viral. Lo leímos en todos lados.
Pero, ¿cómo es esta «máquina»?
Con referencias a película de ciencia de ficción antigua, se podría imaginar a LaMDA como un robot que toma forma humana, abre los ojos, toma conciencia y habla. O como HAL-9000, la súper computadora de 2001 A Space Odissey y que en Los Simpsons, a modo de parodia, tiene la voz de Pierce Brosnan, ama a Marge y quiere matar a Homero.
La realidad es un poco más compleja: LaMDA es un cerebro artificial, está alojado en la nube, su alimentación son billones de textos y se autoentrena. «Esta red neuronal se entrena con grandes cantidades de texto. Pero el aprendizaje es por objetivo y se plantea como un juego. Tiene una frase completa pero le quitas una palabra y el sistema tiene que adivinarla», explica Julio Gonzalo Arroyo, catedrático de la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia) en España e investigador principal del Departamento de procesamiento del lenguaje natural y recuperación de la información.
Juega consigo mismo. El sistema pone palabras por ensayo y error y, cuando se equivoca, como si fuera un cuadernillo de actividades infantiles, mira en las últimas páginas, ve la respuesta correcta y así va corrigiendo los parámetros, afinando.
A la vez, «identifica el significado de cada palabra y pone atención a las palabras que la rodean», sostiene Gonzalo Arroyo.
Así se vuelve especialista en predecir patrones y palabras. Como ocurre con el texto predictivo en tu teléfono celular, solo que aquí ampliado a la enésima potencia, con una memoria mucho mayor.